Aquí es el boliche remendón de
"La perfecta descompostura"
Era una oficinita pulida y breve habitada por el Orden de lo Decompuesto, cada cosa en su lugar y serenamente descompuesta. Llegaba a almorzar, el artista del Renacer, todo colgado y llenos los bolsillos y manos de su recolección matinal de cosas deshechas y con sed de tornar a su ser: cada cosilla no cabía de descomposturas y desafiaba a Paciencia a ser rehecha con menos costo y trabajo que costó hacerla nueva. Superar el Costo; éste es el Monstruo de la Practicidad.
Luego del almuerzo, concedámosle un sueñito al mártir de la Reposición, y luego a la Paciencia terrible del hombre enceguecido de Paciencia que no pudo nunca Entender, desdichado, que hay en el Mundo la situación de inequivalencia, y, más frecuentemente que en ningún otro caso, en el Remendar y Hacer Nuevo: que componer un derruido edificio, un reloj con caries, exige mas trabajo y dispendio que hacer un nuevo reloj o casa.
Esta obtusidad de aquel mártir Artista concluyó en un instante de inteligencia: el Suicidio. Vió en un relámpago que su Psique la Descompostura más total de cuantas había manejado y esa Descompostura conciencial innata consistió en la ceguedad mental de percibir esta razonable posibilidad en las Cosas: que las cosas pueden llegar a estado de Descompostura mayor que ellas mismas, es decir, tal completez de alteración que su existencia valga menos que cero-existencia, que su Reposición sea una tentación maléfica, porque absorba más Labor y consuma más material que su creación.
Libre por un instante de la fascinación del Remiendo, vió también, graciosa, benéficamente, que su Psique Descompuesta desde el nacimiento era Inmortal y se construiría nueva tras la muerte la próxima vez o alguna vez.
El pre-suicidio fué su mejor instante. De sus manos martirizadas salían compuestas las cosas y por lo mismo su Psique cada vez más decompuesta era el Máximo de Contenido de Descompostura que había cabido en una cosa: su alma. Por lo menos esa alma era en todo sed de la Refacción. Tan entera fué la lucidez en su suicidio que murió poseído y deleitado del súbito conocimiento de que: toda muerte natural, sin violencia, es el retiro que practica Bios (la Vida) de un Cuerpo Vivo que ya excedió en reparaciones su costo de creación y debe ser reconducido de “Reparaciones” a “Nuevo Modelo 1944”.
Macedonio Fernandez
argentino (1874-1952)
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1 comentario:
Para que luego se critique la monotonía de las oficinas públicas, el aburrimiento que orada el ánimo de los funcionarios, siempre a la altura del subte, para que luego digan de la inoperancia definidora del sector público.
¡Bravo Macedonio!
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