A MODO DE UNA OCCIDENTALIZADA ORIENTACIÓN

Mixturando, eclécticamente, algunos preceptos extraídos de la Biblia y del calefón con 3 partes de Macedoniana porfía, un toque justo de inmersión Jungiana y 4 gotas de Xulsolariana elevación mas el sumo de todo un Lao Tsé en pleno. En epifánica unción, alzamos las copas con el genial brevaje e invitamos a
Tristán Tzara y Alfred Jarry para que nos acompañen a presentarnos con la misma interjección con que comenzara su parlamento el Père Ubú, a la sazón Roi, es decir:










BIENVENIDOS A LA NAVEGACIÓN







Alertamos a los atildados sobre la utilización de metáforas azarosas. Toda libre asociación es demostración de que existe el inconsciente; sobre él desligamos responsabilidades.







Invitamos a descabalgarnos del constante absoluto, las certezas irreversibles, la presunción de objetividad, las posturas a ultranza y los dogmatismos.







Sugerimos tratar de tolerar lo mejor posible el vacío existencial, el tembladeral de la duda, la desubicación de la contradicción, la subjetividad y la vulnerabilidad humanas, a sabiendas de que, aunque denunciemos con cierta queja, lo hacemos enmarcados por el amor y con un fuerte deseo libertario porque:











."...Tú y yo no somos dos mitades de una inútil batalla,/ ni siquiera dos caras acuñadas por la misma derrota,/sino tal vez una pequeña parte de algún huésped sin número y sin rostro, que aguarda en el umbral."







Olga Orozco







Corre sobre los muelles - Museo Salvaje - 1974 -











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martes, 28 de diciembre de 2010

CONTRACULTURAL

Amigos, me han llegado unas cuartetas de un filósofo amigo que, anclao en Madrid y coincidente con las fechas, me relata lo que escuchó, desde el cielo, su propia novia en Navidad:


¡Ay! Morena más que hermosa
El cielo escucha el pedido
Que todos quieren la cosa
que de tu boca ha salío.

"El perdón no ha llegado
Desde el sagrado manzano
mas piedra libre han cantado
aunque sea con la mano.

Se me ha presentao María
la madre virgen de Dio
y acercándoseme al oído
un mensajito me dio.

Que habríamos de amarlo todo
aunque se arme el marasmo
porque quiere, al fin, gozar
de ese tan mentado orgasmo."

domingo, 26 de diciembre de 2010

HORA DE CONFESIONES

Nunca supe como “llevar” ni como “manejar” a una mujer.


Y reconozco que después de ese reclamo tronante y culpógeno sentí, como es lógico, el consecuente bochorno.

Me ví un marciano troquelado en un plano de parálisis en 7D, suspendida mi cabeza en una pica, un diminuto homínido impotente e incapaz de satisfacer las mínimas necesidades de un encuentro cercano del 9º tipo. Un robot de juguetería del tercer mundo a donde solo llegan las pilas usadas….un cacho de matambre recontramasticado y en el tránsito de un intestino al otro, me sentí con su cambio de coloratura y hasta vi, en mí, el trueque de textura.

luego busqué modelos para aprender algo de eso que me faltaba y, hurgando en lo más excelso de llevar y manejar, consulté a varios expertos en las relaciones con sus amores que como tales (las relaciones digo) demostraron un bien portar y mejor conducir.

Digamos para empezar… cómo es un correcoches con su Ferrari, las salidas, sus aceleradas, los dobleces, sus líquidas ingestas... acaso, me pregunté, las filtraría para evitar los atragantamientos? y sus guaridas… sus pernoctancias en especiales cubículos… tapizaría, acaso, las paredes con capitonés de cuero rosa? Si, señor! Así es lo que vi.

También contacté a un zoófilico con su mona llevándola al pipiroom en un restaurante de luxe. Le secaría las partes? Me pregunté. Tendría, a un casual… toallitas especiales?... donde las llevaría... en una valijita con su nombre escrito con brillantina de oro? Si señor, y tampoco le han mentido.

Después apareció un langa toruno con un sobretodo de pelo de dromedario calvo en plena granizada y sin reparo…pobre hombre!...ya en él no me detuve más, supe el final de antemano.

Si hasta visualicé cómo transportaba un sádico bufa su cinturón de cuero hecho con verga de iguana morada. Se cuidaría, seguramente, de no engordar para no estirarle las envaselinadas escamas?

así es, mantuvo siempre flexible el chicotazo del látigo turgente... ¡Eso es llevar como Dios manda!

También, deberé ser veraz, fui testigo del transporte de un lugar a otro de un solitario a su muñeca inflable… la desinflaría, la desposeería de su esencia, la privaría del soplo divino de su propia naturaleza? De sus acolchadas bondades?

Sí, claro,con esmerado recato la ponía bien dobladita, dentro de una valija.

Ocurrido todo eso, decidí asumirme un inepto desde siempre, y lo más terrible fue tomar conciencia que, desde ese preciso momento: soy un pefecto demodé.

Había concebido a la mujer, a la compañera de mis sueños como un otro con voluntad propia y autotransportable y si bien es cierto que, en el caso de venir con sillas de ruedas, nunca la supuse ni manca ni inoperante. En tal caso habría que ver...
Es que llevarla?... Y a donde? por el supuesto camino de la felicidad?

Lo único que en tantos años me fueron dables de manejar, ocasionalmente, fueron un par de pinceles, una gastada lapicera y circunstancialmente la bicicleta con la que salgo por prescripción médica. También es cierto que saqué el registro de conductor pero como no tengo auto, indispongo de oportunidad, así que el tema del manejo concluí dejándoselo en manos de quienes precisen de ellos para lograr sus voluntades, caprichos o imperiosas necesidades.







Y con eso de "llevar" apenas puedo con las canas y a algunos años, muchos los dejé en el camino por pesados.



Rara vez llevé a hacer pis a algún perro, razón por la cual decidí convivir con una gata que, gracias a dios, esa, para mear y cagar, va a solas sin necesidad de que este incapaz de mierda, la lleve por sendero alguno.

martes, 21 de diciembre de 2010

MERRY CHRISTMAS

PERFORMANCE DE
POESÍA SONORA DE
  LUME DORADO


A TODOS MIS AMIGOS



jueves, 9 de diciembre de 2010

ARTE POPULAR HAITIANO


Fotografías de
Phillys Galembo













viernes, 3 de diciembre de 2010

Respuesta a varios colegas que en el Facebook nos repreguntábamos a cerca del arte

Me parece que ya estaríamos en condiciones de darnos cuenta que comunicándonos con el lenguaje verbal reducimos la polisemia característica del mensaje “visual” (sabemos que una imagen dice más que mil palabras) y comprender que si bien ella - la palabra - define, nombra, recorta una figura contra el fondo magmático de lo todo posible, también y por ese motivo cierra, clausura, aliena cualquier otra lectura que de ella podamos hacer, significante incluido.

O sea ilumina relativamente. Pero, claro, tranquiliza.
Y en esa reducción que posee la palabra “…nos sentamos a la mesa y no al pino ni a la madera con que ella está, también, constituida…” - Pessoa dixit
Así es que buscarle definiciones a algo tan complejo, polivalente y sorprendente como es “el arte” no sólo me resulta una tarea ímproba sino alpedística en tanto pudiéramos utilizar esa energía en terrenos más fértiles.
Si bien la palabra nos cobija y nos da amparo frente al abismo de lo innombrable (¿Habrá castigo de mayor oscuridad que nos cataloguen de tal? O peor aún, sentirnos asi?) en terrenos del arte cualquier ensayo – verbal o escrito - concluye en reductivo y consecuentemente en falsificatorio del acto real (este es un ejemplo), precisamente, porque se “pinta”* lo que no se puede decir. Sino se diría. Sería más fácil cómodo y veloz. Tanto es así que, cuando el instrumento en procura del “arte” es la palabra, es decir, cuando se le intenta insuflar vuelo, poesía mediante, es menester utilizar cuanta estrategia la separe de su significado en procura de una semántica que concluya en connotar o resonar aquello que no está dicho pero presentimos que es lo vital que el poema revela y a su vez oculta.


Es que aquí me parece comienza el nudo del embrollo, y para su desate deberíamos separar la paja del trigo, dependiendo esto de cual “arte” estemos hablando o pretendiendo. Y en este panorama, como con los mocos, tenemos para todos los gustos: Hay desde ciervitos de Bariloche, payasos de lágrimas colgantes y muñecas de todo tipo en el bazar “La Zoraidita” o sea en su habitat real y también los descontextualizados en unas paquetas galerías de Palermojolibud.
En unos lugares se los llama de una manera y en los otros, de otro.
En el bazar, la curadora, sin saberlo, es la dueña o sea la madre de la Zoraidita y en la galería o el Centro Cultural es curador*, comisari* o crític* posiblemente llamad* Peringanit* de Zarrastiguiloazáblet quien posee una labia capaz de escribir sesudos tratados sobre “el guitarreo de la mondiola”. Tan vacuos ellos como auténtico resulta el payaso en el bazar de Villa Fiorito.


Es que en la viña del señor habemos de todo y no seguiré con los ejemplos de otras vertientes para no redundar. Creo que con éste basta.

Quiero decir que la amplitud del arte y el uso que se le de, es maleable “a piaccere”, dependiendo de cuales sean los objetivos y las capacidades de comprensión de los intervinientes, tanto como estén ubicados en una punta como en la otra de la antorcha.
Pero, más allá de las comercializaciones que son las primeras bastardizaciones que de esta “actividad” se hace, existe una posibilidad que es la que nos motiva a casi todos los artistas que laboramos con honestidad; independientemente de que nos de mucho o poco el mate, pues tampoco pasa por las acumulaciones de conocimientos teóricos ni por voluntades puestas en marcha.
Desde el vamos descarto los malintencionados cuyas premisas son la fama a precio vil y farandulezco dada su esclavitud al narcicismo exacerbado que, como sabemos, que al igual que todo lo negativo poco elevan el culito del suelo, más bien lo entierran.
Es que, una actividad como la artística, es la que más nos posiciona en la capacidad de ser atravesado por “lo real”. Allí lo excelso de la práctica es que se transforma en lo mejor que nos puede pasar porque descubrimos que es donde mejor la pasamos.


Cuando cito “lo real” me estoy refiriendo concretamente a una de las tres patas del nudo Borromeo lacaniano y que tienen bastante relación, como bien lo expuso en uno de sus seminarios, con las experiencias resultantes de la meditación zen.
Yo me atrevería a decir, aún a sabiendas de estar contando una pequeña porción de un hecho más vasto que, conozco en sí y que es inenarrable, digo que: “cuanto menos hay de uno, más sublime es la experiencia”.
Quiero señalar que es a partir de un “dejar ser” o de permitir que “ocurra” cuando la posibilidad revelatoria emerge.
Me importa un bledo que la quieran llamar musas, voces interiores o el nombre que a cada quien le guste. La cuestión radica en la experiencia fundante y modificadora de un ser existiendo, abierto a las mutaciones constantes que importa una vida vivida en plenitud.
Por lo tanto éste es el acto más individual y subjetivo al que una persona puede acceder y para ello no existen ni fórmulas ni teorías que nos indiquen caminos. Simplemente porque para la creación no los hay. Cada uno con los rituales que le sean propios y puedan conducirlo a ella, o adonde ella se manifieste.


Que después sepamos que, “el arte” (y me cuesta llamarlo así, tan… definidamente), está inscripto en una sociedad, así como nosotros inmersos en ella, y hasta podría agregar para los que desean con volitiva urgencia, otorgarles funciones, multifunciones diría yo, pues que una de ellas sería espejarle a la sociedad la suma de inhibiciones con que ata y asfixia a sus miembros, convirtiéndolos en objetos de consumo, artículos tan de cambio y desechables como el mercado necesite alienar.


La experiencia de una epifanía vivenciada por un artista desemboca, sin duda, en cambios personales, en hechos que a ojos vista demuestran la posibilidad de una vida que, vivida a pleno, es celebratoria desde el comienzo tanto como resulta innecesario el mito de la inexorabilidad del artista torturado. Más allá de que hayan artistas que con el dolor gocen como locos. Ya lo dije a cada cual el moco que le sepa celestial.
Entonces, como creo que la única verdad absoluta es la relatividad de la misma. Pretender definiciones del arte, posiciones oclusivas en el juicio de que “es” y que “no lo es” inhibe aceptar la vivencia de “lo real” que, se nos escapa de las manos y la cabecita porque es mucho mayor que nuestras capacidades de comprensión intelectuales. Procuremos enjaularnos, por favor, lo menos posible siendo inclusivos.
El arte contenido bajo parámetros, sean lo que fueran, me suena a los monolíticos sentidos de la vida que a la postre concluyen generando, so pretextote enaltecimientos, verdaderas aberraciones.
La vida sólo tiene el sentido que podamos y queramos darle y, posiblemente de eso se trate nuestra cuestión, munirla de los contenidos que necesitemos cuando el deseo así nos lo indique. Por muy variados e individuales que ellos sean.
Paremos con comernos siempre el mismo pirulín de los discursos únicos.
Porque es cierto que pulula por doquier desde el alimento y el oro junto a las excrecencias y el plomo, la elección del almuerzo la tiene cada quien sin estar obligado a comerse al caníbal ni a resultar coprófago.


Mi propuesta, sé que es para muchos extremadamente simplista, pero es el deseo que cada uno se exprese y sea lo más fiel a si mismo que pueda. (Tarea, para algunos harto difícil).
Y me importan tres belines a que cosa llamemos arte.
Si hay algo que he aprendido en estos 50 años de esta práctica es que cuanto más abierto he estado más he aprendido y gozado. Por lo tanto no sentencio ni juzgo con intenciones de universalidad. Lo cual no implica renunciar a mis gustos y preferencias ni tener carencia de escala de valores.


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* Utilicé el término “pintar” para señalar una actividad creadora dentro de lo visual, pero puede sustituirse por construir, metamorfosear, actuar performáticamente, filmar, etc. o la interacción de varias o todas ellas…

**Ah! Y algo que aprendí en tantos años de diván es que cuando alguien se obsesiona repulsivamente con un monotema es síntoma de un amor, una ligazón, digámosle, no legitimada en la conciencia ni asumida por algunos prejuicios inhibitorios, pero que de superar esos bloqueos luego de ponerse cara a cara con esa cuita…¡Upalalá cómo se goza con ellas!
Siempre hay placares de donde salirse y eso no quiere decir que se trate de homosexualidades. Jamás se me ocurriría sugerirle a ningún interlocutor por aquí presente que es un puto no asumido.


Abrazos.


***Otro ¡Ah! Atenti con subirse a los pedestales de la “maestría” que cristalizan
bronceando con un brazo estirado y el índice señalando donde se encuentra el horizonte. Recordemos que el mismo es una ilusión y que en tal caso tiene, en esta dimensión temporo-espacial 360º a la redonda.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

QUERÍA COMPARTIR

con los visitantes un poema que el amigo "mineiro" Fernando Cisco
Zappa me dedicara en su blog y que resultó de la visita a casa 
cuando pasó por Buenos Aires, pero fundamentalmente,  nacido de
una entrañable amistad que hemos sabido recrear participando juntos
en tantas oportunidades y en esta blogósfera.



Mi agradecimiento a su generosidad.




Para leer el poema dirigirse al link
http://ciscozappa.blogspot.com/2010/11/para-o-poetartista-adrian-dorado.html

lunes, 15 de noviembre de 2010

SUPRATEXTOS QUIROMANTICOS



*Coincidentes con la línea de la vida de mi mano izquierda resultaron los dibujos del camino que llevaba a la cabaña sobre el cerro Piltriquitrón y que me ofreciera un amigo en El Bolsón. Lugar donde pasé unos meses altamente creativos. Se trata de un pueblo en un valle entre la pre y la cordillera de los Andes Patagónicos. Muy cercano a la ciudad de Bariloche.

Entonces realicé, hace 30 años, el libro de artista con el poemario supratextual citado del que expongo, en esta oportunidad, solo una página.
Los textos y dibujos son una interpretación de la lectura quiromántica que me hicieran en esa oportunidad fusionada con datos e impresiones tanto de mis aconteceres como del lugar.
Un cuaderno de bitácora de artista visual.
Como tantas veces, este enero venidero regreso allí a pasar mis vacaciones.
Aquella fue la primera, una verdera revelación. Cruz del sur y Aimé Painé incluida.
A su memoria.




Aimé Paine (1943-1987) cantante mapuche-argentina que se dedicó al rescate y difusión de la música folclórica de su pueblo. Fue nieta del gran cacique mapuche, el lonco Paine.



jueves, 4 de noviembre de 2010

CREPINSTANTES

"Crepinstantes" es el resultado de "crepitar por instantes" que se originó entre los artistas visuales Carmen Salazar y Adrián Dorado en la virtualidad de la web. A partir de un comentario en un posteo de blog y la necesidad de su representación gráfica cada quien ha desarrollado, secuencialmente, sus comprensiones visuales sobre el mismo fenómeno.

martes, 2 de noviembre de 2010

MUTACION VITAL

Dedicado a Carmen Salazar que me regaló la idea



lunes, 1 de noviembre de 2010

jueves, 28 de octubre de 2010

martes, 19 de octubre de 2010

PROTOTEXTOS EN TORNO AL CERO



HOMENAJE A ANTONI TAPIÈS















Estoy en pleno tránsito por las fisuras, las hendiduras, las dudas, la incertidumbre, los lugares de coyuntura y las crisis que son, precisamente los cambios de un yo al otro. Ese espacio de indefinición identitaria que nos legó Rimabud con su famoso e inclusivo “Yo, el otro” y Fernando Pessoa intensificó con su pregunta “¿Quién soy entre yo y yo?”.



Entre yo y yo, habita un extraño: el propio ser en movimiento, no coagulado aún en certezas duraderas y aplastantes.


El punto meditativo donde la inspiración se detiene para mutar en expiración; además el corazón, cuando en la milésima de segundo pasa de la diástole a la sístole y viceversa. La membrana ¿limitando? el interior del exterior. El borde, las orillas y los pliegues que nos muestran, en el anverso, la presencia del reverso.

Estoy desplegándome y a su vez contrayéndome hasta sentir el instante en que surge la expansión.


Donde se mueren todas las palabras porque la imagen genera otro alfabeto.
La creación de un nuevo contenido existencial.
Fundamentalmente bordeando el vacío y quizás zurciéndolo, cuando la angustia me chupa hacia ese agujero negro sobre el que estamos contrastados como figuras. Allí donde, entonces, nos entremezclamos con el fondo magmático. Nos desordenamos.
El tiempo de la reversibilidad.
El cero, la ausencia, la nada, la vulnerabilidad, esa pequeña gasa que tejemos entre la nada y nosotros como una red de contención donde poder reinscribirnos, resignificarnos, no solo tiene que ver con mis experiencias singulares de hoy día sino, por esas cosas que tenemos los humanos con "el otro", digo:


Me atraviesa “lo Real” (Jacques Lacan) y entre mis yoes lo estamos transitando, digo…cabalgando...  digo: lo mejor que podemos.


En esa exploración existo.



Buenos Aires, Octubre de 2010

martes, 12 de octubre de 2010

DIOS EN LOS INTERVALOS

Un día, el “encadenamiento más o menos mecánico” de la vida, el “tedio de los días”, se desbarata de pronto. Para indagar qué sucede entonces, el autor acude a autores tan diversos como Winnicott, Camus, Breton, Merleau-Ponty y Borges.


Por Daniel Ripesi *


Muchos tejen su vida en el encadenamiento más o menos mecánico de pequeños aconteceres. Han aprendido a recibir cada nuevo día sin muchas expectativas y a despedirse de cada jornada sin mayores nostalgias. Sus días corren en una sucesión de labores y distracciones que se viven con la misma indiferencia o resignación. Alternan alegrías y fracasos con el mismo temple y la misma moderación. Muchos encuentran alivio en algún programa de entretenimientos de la TV. Sobrellevan el tedio de sus días con cierta fatiga. Un día cualquiera, a partir de algún suceso casual y nimio, advierten que han perdido el deseo de vivir. Frente al panorama monocromático de sus días y el envejecimiento que han notado de pronto, se preguntan: “¿Para qué todo esto?”.


La pregunta llega como una visita inesperada. La vida, repentinamente, ha perdido sentido. De un plumazo han perdido su estado de inconsciencia. Puede que la única respuesta sea el suicidio. En El mito de Sísifo, advierte Camus: “Son muchas las causas del suicidio, y de una manera general las más evidentes no son las más eficaces. Lo que desencadena la crisis es casi siempre incontrolable. Los diarios hablan con frecuencia de ‘penas íntimas’ o de ‘enfermedad incurable’. Son explicaciones valederas. Pero habría que saber si ese mismo día un amigo del desesperado no le habló con un tono indiferente. Esa sería la causa, pues tal cosa puede bastar para precipitar todos los rencores y todos los cansancios todavía en suspenso”.


De pronto esa rutina cotidiana, que nuestro sentido común protege con todas sus fuerzas, trastabilla por un instante y entonces, con la vacilación o el desdén inesperado con que nos saluda un amigo que cruzamos en la calle, toda una vida se desploma en el acto. No se trata de la indiferencia del amigo en sí misma, sino que toda una existencia estuvo como esperando ese desdén para tener la oportunidad de manifestarse. Ese instante es el más riesgoso y crítico de una existencia, pero también el de mayor fertilidad, porque es el instante en que se interrumpen todas las certidumbres anticipadas que regulan una vida. En ese instante se cierra un mundo y puede abrirse otro, aunque haya que soportar una grieta, un pequeño abismo. Ese episodio que trastrueca el hilo previsible de nuestra existencia nos enfrenta con la más aguda de las fragilidades, la propia, la de los demás y la del mundo. Se abandona un terror cotidiano, domesticado, y se enfrenta otro terror sin nombre.


Pero esa observación implica ya una cierta distancia respecto de nosotros mismos. En ese desdoblamiento, ¿dónde somos verdaderamente? A poco que creamos ser ese nuevo personaje que se observa, reeditamos un engaño: el de que, en ese nuevo punto de vista conquistado, somos. Se habrá reconstruido así lo que se creyó abandonar, una ficción rutinaria que nos construye, seduce y aplasta: nuestro propio yo. El poeta Fernando Pessoa se preguntaba “¿Quién soy entre yo y yo?”. Entre yo y yo, habita un extraño: el propio ser en movimiento, no coagulado aún en certezas duraderas y aplastantes.


Para André Breton, el yo es la condena subjetiva de los seres humanos a las leyes del utilitarismo convencional “protegidas por el sentido común” (Primer manifiesto del surrealismo, 1924). Se trata de esa “insoportable manía de equiparar lo desconocido a lo conocido, a lo clasificable que domina los cerebros”. El movimiento surrealista anheló la destrucción sistemática del yo porque “entre yo y yo” habitaba, sí, el terror de lo inédito, pero también lo maravilloso de lo inédito. En la disolución del yo se creía ver la emergencia del ser en su estado indócil, natural, espontáneo. Un ser aún sin forma, sin condena, sin pasado. Winnicott ve en esto el verdadero self, por oposición al falso self: ese instante de lucidez que, en términos de Camus, al verificar lo absurdo de la vida paradójicamente se compromete con ella, en su mayor libertad.


Para Camus, “la sensación de lo absurdo está a la vuelta de cualquier esquina y puede sentirla cualquier hombre”. Por imperio de pequeñeces, que son ajenas a todo dominio posible del Yo, éste se puede tornar un extraño para sí mismo. El mundo mismo puede tornarse extraño, mostrar de golpe su espesor, de modo que los “árboles pierden al cabo de un minuto el sentido ilusorio con que los revestíamos (...) La hostilidad primitiva del mundo llega hasta nosotros (...) Esas apariencias disfrazadas por la costumbre vuelven a ser lo que son. Se alejan de nosotros”. Hay en todo cuanto nos rodea –y en nosotros mismos– un fondo inhumano que por momentos se nos revela cuando se altera el “aspecto mecánico” de nuestros gestos y advertimos, en esa “pantomima carente de sentido”, la inmensa estupidez de cuanto nos rodea.


En ese momento único en el que lo absurdo se apodera de una existencia, donde, según Camus, “la cadena de los gestos cotidianos se interrumpe”, nos confrontamos con un vacío de sentido que puede ser, también, el comienzo más verdadero y más real de la existencia. Fogonazo de la conciencia que ilumina, con una luz cruda y directa, lo que ya no se podrá negar. El ser prepara, entonces, una respuesta. Se recupera la pasión a partir de una fe en el vivir que nace de la desesperación: “Se trata de morir irreconciliado y no de buena gana”. El goce absurdo por excelencia es el arte, y la expresión comienza donde termina el régimen del pensamiento lógico que ordena y juzga. El arte no busca explicar nada, ni consumar un sentido, ni aportar una nueva lógica. El arte respeta al misterio, y le rinde homenaje.


Para Camus, el arte no intenta subvertir esa realidad que todos dan por sentado; propone un rechazo, pero admitiendo que en ese rechazo habrá siempre algo de aceptación de lo ya establecido. Es éste un desgarramiento subjetivo permanente en el artista: “No se trata de saber si el arte debe huir de lo real o someterse a lo real, sino tan sólo de saber qué dosis exacta de lo real debe conservar la obra para no desaparecer en las nubes o, por el contrario, arrastrarse con plantillas de plomo”.


Atrapar la realidad tampoco es sencillo, porque nunca está enteramente realizada. Para Camus, “la realidad de la vida de un hombre no se encuentra sólo en el lugar que ese hombre está. Se halla en otras vidas que dan forma a la suya, vidas de seres amados, pero también vidas de hombres desconocidos” (El revés y el derecho, ed. Losada).


También Winnicott propone una permanente tensión en la intimidad de todo sujeto, entre esa dimensión potencial del ser, constituida por una serie de referencias identificatorias que se tiende a ignorar y esa figuración de uno mismo, plena de tics y reflejos imaginarios que el individuo cree que lo caracterizan del modo más genuino. Esa suma de referencias identificatorias marcan con gustos y aversiones, temores y deseos ajenos, que, en silencio, alimentan lo que el sujeto cree ser por sí mismo. El momento de lucidez que Camus propone como ruptura de la inercia existencial es pescarse en esa enajenación de la propia personalidad: “Uno es otro”. A partir de ese descubrimiento sólo queda “hacer del otro uno mismo”, trabajar una apropiación que construya ese ser en rebeldía. Pero resulta que uno “ya es el otro”, de modo que el trabajo de apropiación que se emprende para construir un destino personal es el de ese otro que ya somos.


Pero más allá de toda referencia identificatoria, todavía hay, para Winnicott, un ser incognoscible, secreto, indecible, núcleo insondable. Un ser recóndito que desborda toda impronta de deseo venida desde los otros y que no se somete a la voluntad de dominio del propio sujeto. Aspecto central del self, que no se organiza alrededor de ninguna pauta coagulada de “personalidad”, pero que impulsa al sujeto a vivir. Lo empuja a ser lo que todavía no es ni imagina ser. Esa dimensión del ser es la que André Breton quiere recuperar atacando al yo. Hay que deconstruir ese yo que somete y asimila al sujeto a las leyes del “utilitarismo convencional”. Búsqueda de un ser único, nuevo, sin condenas ni ataduras. Breton imagina un verdadero self liberado de su falso self, algo que Winnicott jamás habría autorizado.


¿Dónde encontrarlo? Los locos y los niños dan testimonio, para Breton, de ese ser que tiene trato habitual con lo insólito, la gloria inaudita de hacer sin saber qué se hace: “Gracias al surrealismo, las oportunidades de la infancia reviven en nosotros. Es como si uno volviera a correr en pos de su salvación o de su perdición definitiva. Se revive, en las sombras, un terror preciso (...) El espíritu que se sumerge en el surrealismo revive exaltadamente la mejor parte de su infancia”. Es preciso liberarse de las ataduras del Yo, volver a recuperar el gesto espontáneo, al acto puro sin explicaciones: “El adorno del comentario ningún beneficio produce al acto”. La cita con lo maravilloso se evidencia en el encuentro de imágenes que contienen el más alto contenido de arbitrariedad, las que más tiempo tardan en traducirse al lenguaje práctico, las que contienen en máximo porcentaje de contradicción (¡Viva Alicia en el país de las maravillas y su exegeta Deleuze!).


El gesto espontáneo del que habla Winnicott, y cuya fuente es el núcleo del self, se aproxima mucho a este acto espontáneo que anhela recuperar Breton. Ese acto inédito que puede prescindir de la palabra y que –por el contrario– encuentra en las razones del discurso un estorbo para la verdadera creación, es el verdadero self. Breton busca un ser antipredicativo, un individuo no acosado por las exigencias de no-contradicción y del sentido crítico. Es lo que, desde otro lugar del pensamiento, planteó Maurice Merleau-Ponty. En las discontinuidades de esa ficción de unidad que supone el yo, en cada una de sus fracturas, el surrealismo intenta encontrar esa otra emergencia fugaz que, para Merleau-Ponty, regula “cierta ley misteriosa y desconocida” y, para Breton, un estado de inocencia que encuentra lo maravilloso: “Creo en la pura alegría surrealista del hombre que, consciente del fracaso de todos los demás, no se da por vencido, parte de donde quiere y, a lo largo de cualquier camino que no sea razonable, llega donde puede.”


Breton ofrecía un método para lograr el encuentro con lo inédito: la escritura automática. Parecido al método psicoanalítico de la libre asociación, Breton pide dar libre curso al “dictado del pensamiento no dirigido, emancipado de las interdicciones de la moral, la razón o el gusto artístico. (...) Es el método más seguro para devolver a la palabra su inocencia y su poder creador originales”. Qué próximos están en esto Breton y su contemporáneo Merleau-Ponty: para este último, no se piensa antes de hablar; hay identidad entre pensamiento y palabra. Lo que uno cree por detrás de la palabra, ordenándola, dándole su recorrido más adecuado, preparando su expresión menos equívoca, es ya la condena del sujeto que así no dirá nada nuevo, se repetirá hasta el hartazgo. La palabra nueva (“la palabra plena”, decía Merleau-Ponty) emerge en estado de inadvertencia del propio sujeto, está en el borde de la escritura-acto automático –para Breton–, del lapsus –para Freud–, de lo absurdo –-para Camus–, del gesto espontáneo –para Winnicott–. Podríamos agregar, con Borges, que el Destino, esa ruta puntual de nuestras existencias, de cumplimiento inexorable, puede no acontecer: Dios acecha en los intervalos.


* Texto extractado del trabajo Breton, Camus y Winnicott: el self que desborda al yo.
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Texto publicado en el diario Página12, el martes 12 de octubre de 2010.



jueves, 7 de octubre de 2010

Juan GELMAN

Ruiseñores de nuevo



En el gran cielo de la poesía
mejor dicho
en la tierra o mundo de la poesía que incluye cielos
astros
dioses
mortales
está cantando el ruiseñor de Keats
siempre
pasa Rimbaud empuñando sus 17 años como la llama de amor viva de San Juan
a la Teresa se le dobla el dolor y su caballo triza
el polvo enamorado de francisco de Quevedo y Villegas
el dulce Garcilaso arde en los infiernos de John Donne
de César Vallejo caen caminos para que los pies de la poesía caminen
pies que pisan callados como un burrito andino
Baudelaire baja un albatros de su reino celeste
con el frac del albatros Mallarmé va a la fiesta de la nada posible
suena el violín de Verlaine en la fiesta de la nada posible
recuerda
que la sangre es posible en medio de la nada
que Girondo liublimará perrinunca lamora
y
girarán los barquitos de Tuñón
contra el metal de espanto que obusó a Apollinaire
oh Lou que desamaste la eternidad de viaje
el palacio del exceso donde entró la sabiduría de Blake
el Paco Urondo que forraba en lamé la felicidad
para evitarles frío de la época
Roque Dalton que trepaba por el palo mayor de su alma y gritaba “Revolución”
y veía la Revolución y la Revolución era la sola tierra firme que veía
y Javier Heraud que fue a parar tiernísimo a la selva
y abrió la selva de la boca con su torrente claro
y el padre Darío que a los yanquis dijo no
como Sandino dijo no
y el Frente Amplio de la poesía y de la guerra les volvió a decir no
y Nicaragua brilla en su ejercicio de amar
Martí yendo viniendo por el aire con los muertos queridos
que vio volar como una rosa blanca
¿no ves volar a mis compañeros por el aire ochenta años después?
¿Estás despierto para que sigamos diciendo no?
¿Los muertos se ponen pálidos como Magdalena cuando amasaba
sus panes con más lágrimas que harina?
¿Hasta que venga el día?
¿Día en que toda América latina subirá lentamente
amorosamente
navegando como hacen mis planetas del sur?
Ahora canta el ruiseñor del griego al fondo de los siglos
pasa Walt Whitman con el ruiseñor al hombro cantando en paumanok
pasa el comandante Guevara a hombros del ruiseñor
pasa el ruiseñor que se alejó de la vida callado como burrito andino
en representación de los que caen por la vida
pasa la luna de rosados dedos
pasa Safo abrigando al ruiseñor
que canta
canta
canta

sábado, 25 de septiembre de 2010

TAPIZ





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martes, 21 de septiembre de 2010

DESERTA DE SI

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-153531-2010-09-21.html

(Con el debido respeto al tiempo que le insuma la comprensión, dedico este posteo a todo aquel que se resista a conocer su verdadera identidad, en especial a Felipe y Marcela Herrera Noble)

sábado, 4 de septiembre de 2010

Argentina puede investigar los crímenes del franquismo



Aquí, allá y en todas partes

La Cámara Federal anuló la decisión de la jueza María Servini de Cubría, que había archivado la denuncia de familiares de víctimas del franquismo. Ordenó que se envíe un exhorto a España para que informe si allí hay alguna causa judicial abierta donde se estén investigando estos hechos.

Por Diego Martínez

Los crímenes del franquismo no quedarán impunes. Aun si todos los funcionarios, militares y dirigentes de la Falange estuvieran muertos, los familiares de las miles de víctimas podrán ejercer el derecho a conocer el destino final de sus seres queridos. Si no lo investiga la Justicia de España, lo hará la Justicia argentina. La decisión, un hito en la historia de la aplicación de la jurisdicción universal para juzgar delitos de lesa humanidad, la tomaron ayer los jueces Horacio Cattani y Martín Irurzun, al declarar la nulidad de la resolución de la jueza federal María Servini de Cubría que, a instancias del fiscal Federico Delgado, había rechazado un pedido de investigar presentado por descendientes de víctimas y por organismos de derechos humanos de la Argentina.



El intento de investigar los crímenes del dictador Francisco Franco entre 1936 y 1952 le costó al juez Baltasar Garzón una acusación por prevaricato, la suspensión temporaria en el cargo y un proceso que podría concluir con su inhabilitación. La actuación del magistrado que en los ’90 impulsó la investigación de los crímenes en Sudamérica, sin embargo, fortaleció el reclamo de los descendientes de las víctimas, que comenzaron a organizarse hace quince años, y derivó en movilizaciones masivas en toda España.



Ante la parálisis del proceso y la persecución al juez, la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica de España, junto con familiares de víctimas de dirigentes asesinados y organismos de derechos humanos, presentaron en Argentina, el 14 de abril, una denuncia para terminar con más de setenta años de impunidad. La primera negativa corrió por cuenta de Delgado, quien no rechazó el principio de jurisdicción universal, pero consideró que la investigación de Garzón no estaba cerrada, sino “a la espera de que el Tribunal Supremo se expida sobre el punto”. El 7 de mayo, en base al dictamen fiscal, Servini de Cubría sostuvo que no podía investigar de oficio y rechazó el pedido.



Cattani e Irurzun, miembros de la Sala II de la Cámara Federal, consideraron que la resolución de Servini de Cubría “carece de fundamentación y sustento” y cuestionaron la decisión por no controlar la legalidad del dictamen fiscal que la jueza consideró vinculante. También la criticaron (e indirectamente al fiscal) por “no haber evaluado si la información en la que el fiscal basó su postura desestimatoria –obtenida en Internet– representa sustento suficiente” para rechazar la apertura de la investigación.



Además de declarar la nulidad de la resolución, los camaristas le ordenaron a Servini librar exhorto al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para que informe “si efectivamente se está investigando la existencia de un plan sistemático generalizado y deliberado de aterrorizar a los españoles partidarios de la forma representativa de gobierno, a través de su eliminación física, llevado a cabo entre el 17 de julio de 1936 y el 15 de junio de 1977”.



El detalle de las fechas no es menor: Garzón extendió su investigación hasta 1952, cuando terminaron las mayores matanzas del régimen; los abogados encabezados por el argentino Carlos Slepoy pidieron que la investigación alcanzara hasta el fin del régimen en 1977. Extender la indagación un cuarto de siglo implica ampliar el universo de imputados. Mientras España se tome su tiempo para responder, los querellantes le pedirán a la jueza que solicite todas las medidas de pruebas requeridas, comenzando por la identificación de todos los ministros, altos mandos de las Fuerzas Armadas, de la Guardia Civil y dirigentes de la Falange.



La segunda buena nueva de la Cámara fue su aceptación de un criterio amplio en materia de legitimación para querellar. Servini había aceptado en el rol a Darío Rivas, hijo de Severino Rivas, ejecutado cuando era alcalde de Castro de Rei, pero había rechazado a Inés García Holgado, sobrina nieta de Elías García Holgado, fusilado cuando también era alcalde en Salamanca. Los jueces destacaron que debe aplicarse el principio general por el cual toda persona ofendida por un delito de acción pública tiene derecho a constituirse como querellante, más allá del grado de parentesco, y recordaron que todos tienen idéntico derecho a la verdad, que es parte de un más amplio derecho a la Justicia.



“Esperemos que la jueza esté a la altura de la enorme trascendencia internacional que tiene esta causa”, se esperanzó Slepoy. El abogado recordó especialmente que, igual que las Madres de Plaza de Mayo, entre doscientas y trescientas personas caminan en ronda, todos los jueves, en la Puerta del Sol, en Madrid, con pancartas de sus seres queridos asesinados. “El proceso está naciendo con enorme fuerza. Lo que pueda hacer la Justicia argentina va a ser de enorme trascendencia.”

http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-152581-2010-09-04.html

martes, 31 de agosto de 2010

ALDO PELLEGRINI (1903-1973)

“… En el proceso utilizado para domesticar a los poetas, el aplauso, el consenso elogioso, la popularidad, son los factores más peligrosos. El poeta que sucumbe a la tormenta de los aplausos debe pensar que los imbéciles, que forman la gran masa de los llamados entendidos, no se equivocan nunca: sólo aclaman lo inofensivo. El poeta debe desconfiar de ese aplauso, de ese elogio unánime, con el que fabrican las rejas de su prisión.”


. Fragmentos del capítulo “La acción subversiva de la poesía”






“… El hombre común rehúye el problema de la soledad adoptando la vida vegetativa de las amebas: vive muerto.


En esta actitud de de distanciamiento con el medio, el artista llega a una situación tal de desamparo en que se ve obligado a decir con Pessoa: “Nada me une a nada”.


Tal la posición del artista en el área del hombre común. Pero se dirá: tiene a sus hermanos de sangre, los otros artistas. Nadie podrá describir en forma aproximada la intensidad de sentimientos que abarcan el odio, el resentimiento, la envidia, la indiferencia, abundantemente condimentados con la intriga, la calumnia, la deslealtad, la vileza, el despecho, la degradación, el saqueo, la estafa, que esos llamados “hermanos de sangre” tienen hacia un artista auténtico. En este caso especial suele despertar de un modo prodigioso la “imaginación” de estos “hermanos de sangre”, y entonces realizan una verdadera multiplicación de los pecados capitales, que como milagro no queda a la zaga de la multiplicación de los panes. Por eso el artista está todavía más solo entre los falsos artistas. Estos últimos forman una multitud desesperada en busca del éxito: se patean, se codean, se empujan, pero en definitiva se unen y se apoyan para defenderse del artista auténtico, porque ellos también tienen derecho a la vida. Y por ese derecho a la vida lanzan baratijas para el consumo de los idiotas: cantidades innumerables de cuadros, poemas, novelas, teatro, que llegan por montañas, por toneladas, en medio de un alboroto de aplausos, exclamaciones, admiradoras radiantes de felicidad que se levantan las faldas para ofrecer su único don; y el éxito, la fama, los altavoces, los titulares, los afiches; los espectadores y los lectores mueren de un placer exquisito, y resucitan y vuelven a morir; las adolescentes agonizan en brazos de sus madres, ¡Oh agonía del goce! Agobiado por tanto placer entran ganas de pedir: ¡Por favor, sólo un segundo de respiro! Pero no: la inmersión, la asfixia en un torrente de deleites intelectuales, y nuevas toneladas de libros, de cuadros, hasta ya no poder más. Y entonces llega la industrialización de tan suculentos artículos de “goce”, con su cohorte de editores, productores, marchands, críticos, vendedores, promotores, sus investigadores de mercado, y la publicidad, la enorme, seductora y alucinante publicidad que lleva de la mano al hipnotizado consumidor hasta esas quintaesencias del placer. Y entre los mercaderes del éxito y especuladores de la falsificación, el artista está solo; no, no está solo: lo empujan, lo patean, lo sacuden, lo chocan, lo derriban, en su desesperada carrera, aquellos que acuden sofocados a la distribución de premios, medallas, honores, pañuelos de seda, todo en un escenario sembrado de ramos de flores delicadamente envueltas en celofán, que rápidamente se vuelven malolientes y de vaginas que aspiran a compartir la fama (el delicioso gusto amargo de la fama); y algo más allá la madre que grita: “¡Oh, tengo un hijo genial!, y el padre es tan dichoso que sólo le queda la salida del suicidio y naturalmente se suicida, porque no hay nada como la procreación para crear un desmesurado sentimiento de culpa. Después de esa gran aventura sólo quedan pequeños plagios y algunos jirones de retórica. ¿Y Acaso no basta? ¿No queda también después del amor, del más grande amor, un poco de ceniza?


Pero volviendo a un terreno menos agitado, nos encontramos con el solitario que ha sido escupido, pateado, vejado, y derribado y su cabeza minuciosamente pisoteada, porque hay que decir la verdad, lo han reconocido y lo han apartado de modo harto eficiente. De todo este acontecimiento, el solitario sólo conserva una gran fatiga y un sueño, un inmenso sueño…Pero su tiempo es otro; su tiempo de minutos infinitos, distintos, densos o fugaces, dilatados o sobrios, hórridos o resplandecientes o hirientes, espinosos, cálidos. En todos esos minutos hay una partícula de un ingrediente secreto: una partícula de eternidad.


Es la gratuidad del arte, su absoluta inutilidad lo que constituye una afrenta para la mente común. Pero en esa inutilidad reside, precisamente, su importancia. Es tan inútil como el amor. Y el argumento de que no sirve para los fines prácticos de la vida, no queda sino rebatirlo con la aclaración de que no sirve para vivir, justamente porque es la vida misma. Arte y vida son términos ligados. El arte es un momento de manifestarse la vida, sin el cual queda mutilada. Pero ni lerdo ni perezoso el hombre común ha sabido convertir al arte en mercadería, en valor cotizable en el mercado; le dio un precio a la inutilidad. Y al mismo tiempo que le daba un precio lo pervertía.


Los mercaderes de obras de arte, los productores de libros: ¿En qué medida promueven la labor del artista? ¿En que sutil medida, acaso, no van carcomiendo el espíritu del artista, no lo despojan de su autenticidad?...”


“…Hay otro motivo para la soledad. El artista penetra en las comarcas inexploradas, en esa selva virgen del espíritu donde habitan los más terribles engendros del terror y de la angustia.



Es la zona de todos los riesgos. Allí nadie lo acompaña. Está solo con su delirante empeño d e penetrar en lo más profundo, en lo más denso, en alcanzar lo más distante, lo inalcanzable.


Así penetra en la comarca del amor hasta su último límite para descubrir su apasionante misterio, allí donde el placer físico y la unción religiosa se encuentran, allí donde se produce la metamorfosis de la carne en espíritu, allí donde el amor aparee como el principio fundamental de todas las cosas, y la ley única que preside a todos los movimientos posibles.


Esta exploración por territorios nunca transitados es la que rehúye el hombre común. El arte es un exiliado más allá de las fronteras de una vida social. Ya no se trata de ser pisoteado, se trata de algo más grave: nadie lo acompaña.


Pero el artista no tene vocación de soledad, todo lo contrario: tiene la vocación del amor, y ese amor se vuelca hacia el universo entero, y en primer término hacia los otros hombres, hacia todos los hombres. No ve en ellos maldad, sino desamparo. Los ve más terriblemente solitarios que él mismo, en medio de su bullicio y de su simulada alegría, y los ve más solitarios porque ignoran serlo, con lo que su soledad no tiene salida, creando esa angustia y ese malestar que desembocan en la agresividad y en el odio. Ama a los hombres, y para ellos es su mensaje, no para si mismo, nunca para si mismo; pero los hombres lo rechazan, porque quieren ignorarlo todo, porque tienen miedo al pánico de una revelación que los dejaría tocando la nada con dedos que tiemblan.


Siempre hablo del arte en función de su contenido poético, y este contenido es el que impulsa al artista hasta el último límite.


Lo poético es esa mano que no tiembla y atraviesa el plomo. La poesía desintegra lo compacto, tiene ese ácido irresistible que corroe las convenciones


Que pone en evidencia la fragilidad de lo falso. La poesía es la máquina infernal que hace explosión en medio del letargo de un mundo sin sentido. Porque la poesía no tiene por objeto la búsqueda de una belleza serena y estática, sólo tiene por objeto la creación de esa máquina explosiva, la máquina que pretende arrancar al hombre de su letargo. Un verdadero poema debe transformar al lector que lo comprenda. Después de entrar en contacto con el poema, ese lector ya no será el mismo hombre.


El artista no se representa a si mismo en su obra, sino al hombre en sí, a todo hombre. El pronombre que usa no es yo, sino nosotros.


Representa al hombre cabal que hay en el interior de cada uno de nosotros, aunque lo neguemos; representa la rebelión de ese hombre sumergido en un mundo de mentiras, en el que se predica la libertad para ofrecer la esclavitud, en el que se predica el amor para ofrecer el odio.


Por eso la poesía tiene que ser extraña, difícil e hiriente. Pero por sobre todo tiene que ser inmaculada. ¡Que ninguna mano sucia se pose sobre ella!


Ninguna mano sucia, entiéndase bien, puede soportar la risa, la sorna, el más estúpido gesto de incomprensión, pero ni el más mínimo contacto con una mano sucia Y es una misión fundamental en el poeta mantener alejada su obra de esa mano, llámese el que la lleve crítico, poeta, amigo o transeúnte.


Sobre el mundo de la simetría y el orden el artista construye el magnífico imperio del desorden. Y hay desorden hasta en la obra de un Mondrian, pues, ¿Qué otra cosa sino desorden puede provocar una obra que aparta al hombre de la rutina cotidiana para lanzarlo a un universo de claridad y pureza indescriptibles? Ese imperio del desorden es un imperio de libertad, por eso todos los buscadores de un “nuevo orden” son promotores de esclavitud.


En realidad, el artista va a la conquista de ese estado superior del hombre en el que las palabras orden y desorden no tienen sentido. Pero la conquista de ese estado humano más alto no se logra sin dolor. En ese sentido, el arte es una experiencia de vida de una intensidad sin precedentes para el hombre medio, es la vida colocada a un grado de alta tensión. No se puede compartir ese estado, y el artista sufre el aislamiento con que se proscribe a los enfermos contagiosos.


El problema de la soledad es el problema esencial del hombre, y está ligado al problema de la incomunicación, que se ha constituido en el gran tema de nuestro tiempo: toda la literatura y el arte moderno están cargados de él.


En cuanto al hombre común, decide ignorarlo y se aferra a los medios de información masiva que en gran escala ha lanzado la técnica moderna y que constituye en realidad falsos medios de comunicación. El resultado es una soledad cada vez mayor del hombre, adherido a los periódicos, la radiotelefonía, o la televisión, como un apéndice vacío de humanidad. Pero la gran humorada, el terrible sarcasmo, es que aquellos falsos artistas, que por razones de insensibilidad no sienten ni pueden sentir la angustia de la soledad, la pregonan con gran altisonancia en sus versos, en sus prosas o en sus cuadros, que son todos productos de la cocina bastarda con la que se desfigura un problema que el artista siente y expone como arquetipo del hombre auténtico. Y el asunto ha llegado a un grado tal de mistificación que es momento oportuno para decir: ¡Basta de soledad!









Fragmentos del capítulo “La soledad del artista”


Ambos capítulos pertenecen al libro de


ALDO PELLEGRINI
http://amediavoz.com/pellegrini.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Aldo_Pellegrini



“Para contribuir a la confusión general.


Una visión del arte, la poesía y el mundo contemporáneo”


Editorial Leviatán- Buenos Aires.

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