Tu mirada desleida,
ciega,
te hace innecesario
su rostro;
tu apretón convexo,
sus dos manos.
Te bastan el garguero
y los muñones.
Mas
en la imposicion
especular
que pretende
tu volumen,
se agazapa
su asesino
y tu suicida;
que en el ojo
del otro
está el otro,
no la repetición
engañosa
del que mira.
El otro es
el cierre del
círculo expectante,
boca de crisol,
vaso compartido.
Es tu renuncia
a las tenazas,
a esa atroz anatomía
en que tu pecho
corrómpese en matriz,
en ceca
de metales humillados,
de monedas.
El otro
clausura los espejos
reflectantes,
y encarna la
precisa
parte del cristal
que ennoblece
tus visiones,
completando
tu tiránico y
monóculo
anteojo,
descorriendo
tu venda tuerta
de arpillera
y que te hará ver,
verte,
no reflejarte.
En el otro hay un secreto,
no menor a tu estatura.
JUAN CAYO
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2 comentarios:
Escribí un día, más o menos:
Mi mirada no es mirada porque te vea, sino porque me miras. Mis palabras no son palabras porque las digas, sino porque me escuchas. Mis caricias no son caricias porque te rocen, sino porque las sientes.
Un abrazo.
PD: No he notado especial 'mosqueo' en el blog de JC.
Algunas veces uno espera un poco más de atención, pero ya sabes, todos andamos con lo nuestro y acaso nos miremos demasiado al ombligo.
En mi blog, uno de los primeros post que introduje se llamaba ESCRIBIR y concluyo con una frase respecto de los escritores que se puede aplicar a todos los escritores: nuestro desayuno favorito es "egos revueltos"
No, perdoón, no fue en ESCRIBIR, sino en EL PREMIO. Lo siento.
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