martes, 10 de marzo de 2009
SOBRE INFLUENCIAS COPIAS, PLAGIOS Y OTROS ENTUERTOS
Ayer participé en el blog de Juan Cruz del diario El País con un comentario que reproduzco aquí porque lo quiero compartir con uds. dada la vigencia que tiene para todos.
No voy a andar toqueteándolo mucho y de esa manera correr el riego de deformarlo en un híbrido intragable, prefiero hacer la aclaración que el post mencionado del escritor español, titulaba “Con la que se está cayendo” que parece ser una típica muletilla de uso cotidiano como consecuencia de la crisis que está experimentando España actualmente.
Luego, y lo que me pareció el tema central, mencionaba un encuentro de escritores del que había participado el día anterior y donde se había tratado el tema de la construcción de cultura, las influencias y el impacto de otros ecritores en la obra de los panelistas quienes, en una suerte de confesión, llegaron a visualizar todas las "vampirizaciones" posibles como una realidad que, por fáctica, debería aceptarse.
Mi comentario es el siguiente:
De entre los términos que el posmodernismo impuso hace unos años, tan en boga como el uds. actualmente de “con la que se está cayendo” es el concepto de la “apropiación”, como si la influencia, la sucesión y hasta el mimísimo plagio o robo (descarado o nó) fueran fenómenos de uso solamente en la actualidad y para ello hubiera que rebautizarlos utilizando, a ese efecto, al sesudo término de “apropiación”. El que, mencionado con el entrecejo curvado y con cara de in telectual encaramado en sapiencia, le otorgaría algunos visos de legalidad y legitimidad. Al término y al intelectual, claro.
Ya sabemos que “el todo vale” actual, por promiscuo, precisa de algunos justificativos que lo maquillen un poquitín y lo presenten, minúsculamente digerible, en una sociedad no demasiado cuestionadora de métodos y afines. O sea que lo que en un pasado mas moral era excepción hoy día se ha transformado en norma.
Bien.
La cuestión radicaría en el calificativo que acompañe al de apropiación, o sea saber si esta acción es “debida” o “indebida”. Lo expongo así para que nos aclare y oriente la terminología leguleya.
Y allí, en esta definición, es donde se nos embarra la cosa pues en tiempos de dominantes dubitativos, quién podrá decir con solvencia y credibilidad: -¡Hete aquí un límite infranqueable! ¡Esto, es indebido!
Es que el mote de fascista se lo come, de una, como que dios ha muerto (según Nietszche, obviamente).
Por eso me cae mucho más simpático el zoofílico término de vampirismo que nos remite desde un lugar tan generalizado e imposible de soslayar como es la necesidad del alimento.
Sobretodo si uno se dedica a realizarlo por la vía de la succión del circulante venoso de algún semejante sin por ello producirle la muerte, a menos que uno sea un guloso de aquellos y lo finiquite al pobre con inmediatez y sin conmiseración alguna. Eso seguro estará mal visto.
Es que todos sabemos que en cuestión de poco tiempo el organismo de cualquier mamífero humano repone la cantidad de sangre extraída a los efectos que fuera y, como gesto colateral, al expoliado, se lo ubica en la inmejorable posición altruista de un magnánimo donante.
No ocuriría lo mismo en el caso más extremo de la antropofagia o canibalismo donde ya, sí, el pobre inmediato se vería conminado a ausentarse de este mundo de un solo gesto y a un mismo propósito.
Por eso, bien distinto es un poco de hemofagia que hacer uso en pleno de la masa cárnica del semejante.
Una cosa es saber succionar el néctar vivificante de un libro y otra manducarse en pleno las obras completas.
Por eso soy de los adeptos a utilizar el simpatiquísmo término vampirización con la reiteración que fuera necesaria para transformarlo en muletilla y que así se incorpore, sin cuestionamientos, al decir contemporáneo. Nada difícil de conseguir en sociedades acríticas y altamente miméticas.
E insisto muchísimo más, después de haber leído las excepcionales ponencias de nuestros amados: el vampiro mayor autor del artículo sobre el vampirismo cultural y del exégeta de la hemofagia el bloguero Joseca.
En realidad voy a permitirme colegir que “la que se está cayendo” y sobre todo occidente es la permisividad para chuparle la sangre a quien te guste sin tener que mediar aviso previo, ni como era buena costumbe antaño, tener que chuparle un buen rato las medias para que, el envidiado escritor, se tragara aquello de: - Maestro, profeso por ud. una incontenible "influencia admirativa"-.
Salud blogueros y a limpiarse los caninos que, según parece, están goteando en demasía.
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4 comentarios:
Ya que andamos con el tema, no sé si servirá para aclarar o para entorpecer, pero en el mismo blog y con el mismo asunto, unas horas antes escribí esto:
"Aunque ando un poco apurado, me ha dado tiempo a leer el artículo de Juan Cruz sobre los hematófagos, que diría mi editor del sur (bromas nuestras, no hagáis caso) (Me refiero, obviamente, a ti, Adrián).
Lo que no termino de entender es lo que dice Una escritora no vampira (Me refiero a otra interviniente en el mencionado blog).
Supongo que ella se refiere a aquellos escritores que burdamente plagian con afán mercantilista, además, las obras de otros.
En el artículo de Juan Cruz se habla más bien de otra cosa, del estilo, de la sangre que circula por las venas invisibles de los textos. O así lo he entendido yo, que ya sabéis que soy un poco ingenuo y no soy capaz de ir muy lejos.
Ser completametne original en todo es completamente imposible:
todos los temas tratables en literatura (o arte) ya se han tratado antes que nosotros, probablemente mucho antes. Los estilos (más íntimos, más épicos, más sinuosos, más directos, más barrocos, más conceptistas, más reflexivos, más groseros, más conspicuos, más irónicos... también se han tratado). Qué nos queda, qué quedará para el futuro: leves aportaciones personales y contemporaneizar los argumentos.
Siempre he pensado que el arte o el proceso creativo no nace en el aire, sino que más bien se asemeja a una pared de ladrillos, en los que los superiores se asientan en los previamente inferiores y así sucesivamente... Aunque sólo sea porque existen lectores y oyentes y espectadores no se puede renovar de tal modo que no se nos entienda. Y si esto sucede (que efectivamente ha sucedido) suele ocurrir que la generación coetánea a la del creador desprecie sus hallazgos. Y serán generacioes posteriores (a veces muy posterioes, a veces por casualidad) las que hallen una explicación a sus aportaciones.
El camino de la humanidad, también en el arte, se construye a base de pasos. Algunos son muy cortitos -como cuando echábamos pies para hacer los equipos que jugábamos al fútbol o a lo que fuera- y otras son larguísimas zancadas, como las de los atletas que hacen triple salto de longitud..."
Espero que la extensión no se considere efectiva. Sino ya sabes, amigo, tijera y a otra caso.
Mi querido Amando, bienvenido tu comentario que aporta otra mirada complementando la expuesta en el cuerpo, mayor riqueza de opiniones, gracias por tu participación activa.
Aemás no existe el caso de cortar nada, la censura no la ejercemos en este blog ni pasando el filtro que tienen como opción la lectura previa y la autorización de estos comentarios, habrás visto que salen impresos inmediatamente de escritos.
ei, amor, cadê tu? sentindo falta das tuas letras.
há poesia aí dentro de vc. solte-a. salve-nos...
Mi querida Nina hay momentos para un río de letras que llegan al policromo océano verbal y otros tiempos en que la sola gota de un vocablo flotando en un inconmensurable silencio lo dice todo.U oculta más. Con lo cual podríamos salvarnos, de quererlo.
Igual te agradezco el estímulo que, de puro obediente, intentaré
cumlimentar.
Besito en esa trompa clownesca.
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