A MODO DE UNA OCCIDENTALIZADA ORIENTACIÓN

Mixturando, eclécticamente, algunos preceptos extraídos de la Biblia y del calefón con 3 partes de Macedoniana porfía, un toque justo de inmersión Jungiana y 4 gotas de Xulsolariana elevación mas el sumo de todo un Lao Tsé en pleno. En epifánica unción, alzamos las copas con el genial brevaje e invitamos a
Tristán Tzara y Alfred Jarry para que nos acompañen a presentarnos con la misma interjección con que comenzara su parlamento el Père Ubú, a la sazón Roi, es decir:










BIENVENIDOS A LA NAVEGACIÓN







Alertamos a los atildados sobre la utilización de metáforas azarosas. Toda libre asociación es demostración de que existe el inconsciente; sobre él desligamos responsabilidades.







Invitamos a descabalgarnos del constante absoluto, las certezas irreversibles, la presunción de objetividad, las posturas a ultranza y los dogmatismos.







Sugerimos tratar de tolerar lo mejor posible el vacío existencial, el tembladeral de la duda, la desubicación de la contradicción, la subjetividad y la vulnerabilidad humanas, a sabiendas de que, aunque denunciemos con cierta queja, lo hacemos enmarcados por el amor y con un fuerte deseo libertario porque:











."...Tú y yo no somos dos mitades de una inútil batalla,/ ni siquiera dos caras acuñadas por la misma derrota,/sino tal vez una pequeña parte de algún huésped sin número y sin rostro, que aguarda en el umbral."







Olga Orozco







Corre sobre los muelles - Museo Salvaje - 1974 -











xzxzxzxzxzxzxzzzxzzzxzxzxzzzxzzxzxzxzzxzxzxzxzxz











viernes, 13 de marzo de 2009

Comentario sobre unas bellas fotografías con títulos para lelos Como ovejas contaminando un mundo infecto de sí, nos diseminamos por el planeta en diáspora enloquecida de soberbias y autoafirmaciones que nos perfilan, indudablemente, como artistas. ¿Así que tienes el honor de poseer como miembro integrante de tu familia y propalador de la misma un ejemplar de esta incodificable e incómoda especie? Algo habrás hecho para merecer semejante experiencia....Y te lo tenías tan challadito. Y bueno en términos de imposiciones familiares no hay democracia posible ni esta boca es mía, así que te la aguantas y reconoces que el tío, las fotos que toma, son tan buenas como, a la inversa, desastrozos los títulos que les pone. Es como la redundancia degustativa de un imperial ruso: dulce sobre azúcar; me refiero a la empalagosidad de lo reiterativo. Coño, si me muestras una mujer que se ha quitado los zapatos y sin agregar más me la titulas "descalza" o la cara de otro al que nominas "rostro", pues te estás poniendo plomo, joer...o crees que si no es por tu lucidez no me entero que es eso? Está bien que todos los espectadores algo de ingenuos tenemos pues nadie mira nada con el ánimo lleno de prevensiones, prejuicios y apriorísticos rechazos por que así no habrá nada que te impregne el alma, pero de allí a confundir esa entrega inocente con estupidez de entendederas hay un salto cualitativo importante. Los títulos pueden ser, son, una excelente oportunidad para saber hacer uso, si bien no de la poesía (pretensioso sería, de mi parte, que la cualidad poética de un fotógrafo la tenga, además, en la literatura. Aunque, igual, que los hay...los hay) es una maravillosa oportunidad, digo, para agregarle algo más a lo que cuenta la imagen figurativa de una fotografía. Y sino le vas a agregar nada pues deberías callarte. Como le ha espetado, en histórico encuentro, vuestro rey al verborrágico venezolano. Las titulas, en caso necesario, con un S/T (sin título) que ratificará que una imagen habla más que cien palabras. Pero si me estampas en la retina un jarrón con flores y me pones “flores” o me tomas por gilipollas que no entiende nada o eres un simplón que estás para algún cachetazo de esos que te ubiquen y luego, para no quedarse acojonado, el maestro zen te pide disculpas por el exabrupto. Método acostumbrado en los monasterios para que tomes conciencia. Ahora, digo, si a esa imagen del florero me la titulas " Yeguas indómitas que frente a la magestuosidad inconclusa de un acto de amor renuncian a su salvajismo" me cago, amigo, le haces, al espectador que se mueva un poco más de la poltrona perversa en la que acomoda sus neuronas perezosas y concesivas. Le dices ¡Alerta, hombre! Que en la vida siempre hay algo más abajo de un plato de alubias, amén de una colección de pedos olorosos que no te cuento. Como esa famosa pintura de Magrite que luego robó, como idea Duchamps y otros tantos, donde pintada una pipa realista como una fotografía, y abajo le escribió "esto no es una pipa". Mira, cuando a mis alumnos no les salía nada al respecto de los títulos e insistían en ponerlos con la gracia de un : "mancha roja sobre fondo negro" siendo eso exactamente lo que se veía y habían hecho (hay que ver que resistencia se tiene con lo totalmente silencioso de lo abstracto y que ello te remita al vacío del "sin título") les hacía tomar un libro cualquiera y con los ojos cerrados pasar el dedo por la superficie de la hoja y detenerse, azarosamente, en alguna palabra. Una vez leída y asociada al cuadro daba para que se construyeran millones de miradas; era formidabe, cada quien algo distinto. Salían a volar con sus propios contenidos. O sea la obra de arte funcionando, ahora sí, como lo que debe ser: una impresión abierta y disparadora de otros mundos pues lo no dicho es lo que revela la cualidad primera y última de un poema, una pintura o una sinfonía... El espectador, parte de la misma obra, completa el mensaje haciendo de ella una porción de la escenografía donde su propia interioridad se revela como el más maravilloso tesoro y nó la obra que admiramos como una reliquia o un ídolo bruñido, nó, la verdadera joya y obra (la que opera, la que consuma la operación) es la experiencia que construye, dentro suyo, el que lo mira o escucha o hace de ella lo que pueda y quiera, no la materialidad que comerciamos, sino la revelación de la percepción , la sensibilidad que movilizó a que tú, ése desprevenido, caiga en la cuenta conciente de todo el universo que se le disparó motivado por ese agente externo que ya ha pasado a tu interioridad con la cualidad germinativa de un espermatozoide del alma. ¡Prénate! Te gritan desde todos los confines y tu, manso y receptivo dejas que te invada la semilla de tu nueva criatura. ¡Te has modificado, coño! Ya eres, por obra de ese maravilloso incidente, otro. Te inauguras, nuevo. Bueno dejaré el embriagante acohol del medio sueño porque moriré cirrótico de vigilia como tantos enloquecidos que en un momento de indigestión incomprensiva de un semejante ovino, le dice al fotógrafo en ciernes: levántate y anda.... Abrazos, voy a por mis pastillas y una taza de café que aún no he desayunado. SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

5 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Y sin embargo, Adrián, sabes como yo que hay una corriente extensísima que ha buscado en los títulos más que un apartado fundamental de la propia creación artística, una mera ilustración.
Ni siquiera un resumen. Muchos han confundido título con epígrafe. Y en la sutilidad de diferenciar lo uno de lo otro, probablemente esté la clave de que la obra quede redondeada.
Quizá en una obra visual sea aún más importante esta cuesión, o en un poema, ya que en una novela o en un relato la propia extensión de la obra permite que el título no lastre el contenido.
Por desgracia, Adrián, no todos los pintores, escultores, fotógrafos, etcétera, les falta algo de la poesía que tú atesoras.

PD: Cuando las neuronas me resbalen y no sepa qué título poner a algo, utilizaré lo que enseñabas a tus alumnos. ¿Cobras el copyright?)

gloria dijo...

a obra de arte irriga pontos anestesiados do corpo e da alma, dimensões apartados se conectam! teu texto é denso e profundo!

laduda dijo...

Ah,si, los titulos estupidos...!!!
y los errores de ortografia de los que escriben sobre los titulos estupidos, tambien...!!!!

Adrian Dorado dijo...

Gracias, gracias mil, la duda, de no ser por tus correcciones no se entendería que es lo que quiero decir y quedaría incomunicado, amén de tener que pagarle a un corrector...o correctora porque sabrás que, en eso, no hago diferencias.
Gracias nuevamente

Amando Carabias dijo...

errar es humano y la corrección discreta también. La otra es algo así como una denuncia absurda, como cuando los niños se chivan al maestro de una trastada de un compañero... Y más cuando hay modo de ponerse en contacto con el autor, por privado.